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lunes, 16 de marzo de 2015

LOS CAMPESINOS DEL MAR: LOS MOLINOS DE MAREA DE SAN FERNANDO (CÁDIZ)

 

 Ca cuando la mar non pudiesses pasar, carrera aviades por La Puente.

     Con esta frase Alfonso X estaba afirmando que, en efecto, esta tierra era el único paso hacia el continente para un Cádiz flotante a la deriva. Este puente, que aparece en el escudo de armas de la ciudad,  frenó el avance de las tropas de Napoleón; que tuvieron que conformarse con conocer el Parque Natural Bahía de Cádiz y pelear contra los cangrejos.

      
Caseria de Ossio, las Torres.
          Perdido por las marismas y volviendo mi cara hacia la playa de la Casería, aparece mi punto de referencia; tres torres espigadas como las piernas de tres cigüeñuelas. Cuando miro hacia ellas sé donde está la cerveza más fresquita, pues la Corchuela te la sirve en la orilla; a sus pies, un manto de barcas en barbecho espera que la marea las ponga a flotar.

      Un grupo de gatos espera en esta orilla que una ola les traiga algo que llevarse a la boca, y es que del mar viene nuestro pan; por eso se pusieron molinos en sus orillas. Estos no funcionan con el viento, sino con el discreto flujo de las mareas y por eso se llaman molinos de marea.


Molino del Zaporito. Plaza Manuel de la Puente.
     Una caldera retiene el agua que acciona su mecanismo; de los cinco que hubo en San Fernando ya solo quedan tres. El del Zaporito ha reabierto sus puertas, pues es el único que las conserva. Los otros pasan desapercibidos para los ojos no entrenados; el pobre molino de Herrera no es más que un triste esqueleto pero se refleja coqueto en el agua como Narciso.
Molino de Herrera, en Bahía Sur.
       El molino de San José fue el molino Grande. Se mantiene en estado salvaje y para el viajero ocasional puede parecer una de las ruinas del Libro de la Selva, con culebras que se amoldan al yagueado de sus piedras ostioneras; Un espantapájaros custodia el edificio que se esconde detrás de La fachada tripartita.  Dieron un digno servicio hasta los 40 del siglo XX...pero despues llegó la marea vacía, y se llevó todo lo que en Cadiz había -Los príncipes de las mareas, Tino Tovar, 1994-. La marea baja ya está durando demasiado y solo el empuje de nuestro mar nos sacará del fango que ya le pesa a nuestros pies.

Molino de San José. Por las salinas...

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